Aliatar, el aliado «asturiano» de los Reyes Magos

Aliatar, el aliado «asturiano» de los Reyes Magos

El Príncipe Aliatar en la cabalgata de 2020 en El Berrón (I. Rimada)

La figura del Príncipe Aliatar, ese «ayudante» que sirve de avanzadilla a la visita de los Reyes Magos en los días previos al 6 de enero, es una tradición relativamente reciente que solo se localiza en Asturias. En este reportaje, Rafa Balbuena reseña las circunstancias en que se gestó este personaje navideño local del que, para más inri, la mayoría de asturianos ignora que es prácticamente desconocido fuera de nuestras fronteras. Con una excepción aún más rebuscada, puesto que también «llega» a la vecina Ribadeo. Lo más extraño es que ahora Aliatar «va de discotecas». ¿Verídico? ¿Increíble? ¿Leyenda urbana? Lean, lean: todo tiene explicación.

Texto: Rafa Balbuena / Foto: Imanol Rimada

El personaje de Aliatar -también llamado «El Príncipe Aliatar», «El paje Aliatar» o «El cartero Aliatar», de lo que se deduce que pluriempleo no le debe faltar- es uno de esos mitos navideños que, como Papá Noel, el Olentzero del País Vasco, el más reciente Anguleru o los añejos y rotundamente clásicos Reyes Magos, forma parte del ideario común de las celebraciones que por estas fechas concluyen en los países occidentales. En su papel de mito social, parece lógico que todos estos personajes que traen regalos a niños y mayores tengan «ayudantes», pero lo más curioso de todo es que Melchor, Gaspar y Baltasar dispongan de uno cuyo «trabajo» se ciña casi exclusivamente a anunciar su llegada a… Asturias.

Pero ¿por qué es así? La respuesta, que parece algo decepcionante en un primer término, es bastante simple y puede resumirse en que todo surgió por una campaña de prensa en la década de 1950. Tal cual, porque esa y no otra es la manera en que «nació» ese Aliatar que hoy conocemos en Asturias. Ahora bien, la cosa no se detuvo ahí, y a poco que se ahonde en el desarrollo posterior de los hechos, se comprueba que lo que ocurrió después no fue precisamente simple. Ni de lejos.

Fernandez Buelta y un personaje real (de verdad)

La idea de que los Reyes Magos traigan un «cartero» que recoja previamente al 6 de enero los deseos de los niños no es nueva. Hunde sus raíces en la propia tradición de las fiestas navideñas. Ahora bien, ese «cartero real» no tiene nombre fijo -y nos atreveríamos a decir que, cosas de las jerarquías y las tradiciones, lo habitual es que no se le conceda tan elemental dignidad-. Y fue el periodista e historiador José María Fernández Buelta quien, desde las páginas del diario La Nueva España tuvo la idea de «bautizar» al Cartero Real con ese nombre: el de Príncipe Aliatar, que por otra parte fue un personaje que sí existió. Ibrahim Alí Atar, como personaje histórico, nació en el siglo XV en Andalucía y fue general del ejército musulmán de Granada. Alcalde de Loja y pariente de Boabdil El Chico, último rey nazarí, su figura también está envuelta en leyendas. Pero se sabe fehacientemente que murió en la batalla de Lucena, en 1483, al frente de las tropas granadinas que combatían contra los cristianos.

Hasta ahí la historia, pero ¿qué relación tiene todo esto con los reyes magos y Asturias? Simplemente, que José Fernández Buelta, en enero de 1950, anunció en La Nueva España la llegada del cartero «Ibrahim Aliatar», dándole por fin al cartero ese nombre al que, se supone, todo el mundo tiene derecho (estaba fresca la Declaración de Derechos Humanos, promulgada en 1948). Fernández Buelta, además de periodista de la vieja escuela, creativo y ocurrente, tenía una formación sólida en Derecho e Historia. Participó en los trabajos de reconstrucción de la Cámara Santa y la Catedral de Oviedo en los años 40, y era experto en Historia Medieval. Al parecer, y según relataba su nieto al citado diario, Fernández Buelta supo de la existencia de Aliatar durante un viaje a Granada, en el que dio con un cine (!) cuyo nombre era precisamente ‘Aliatar’, en honor del príncipe nazarí. La fachada del cine lucía la estampa de un imponente guerrero musulmán a caballo, y en ese momento, por alguna asociación de ideas, fue cuando encontró «nombre» para el cartero real. El propio Buelta admitió en 1962 en la Hoja del Lunes de Oviedo que él había sido el creador del personaje (quizá «bautizador» sea más propio) en esas circunstancias. En ese momento, la figura de Aliatar como paje real ya había calado popularmente en Asturias, tal era la fuerza de la prensa entonces -recordemos que no solo no había internet ni móviles, sino que hasta 1956 ni siquiera existía televisión en España-. Algo de empuje había de tener el medio impreso cuando Aliatar ya había desplazado del ideario colectivo a la «competencia» gijonesa que le había surgido (el príncipe Abdel Aziz, desde el periódico Voluntad, y del que habrá que relatar su historia en otra ocasión). A rey (príncipe) muerto, rey puesto, dice el dicho, y así se resolvió esa batalla de la popularidad. Que debía ser grande-grande, puesto que en Ribadeo, que ya es provincia de Lugo y entonces destino preferente de ocio de numerosos asturianos (que no dejarían de leer su periódico favorito, o que simplemente llevaban puestas sus tradiciones, aunque fueran nuevas), también los niños de allí recibían y reciben, cada comienzo de enero, la visita del emisario real Aliatar.

Claro que alguien se hará la pregunta del millón: esas batallas de la popularidad ¿cómo se ganan? ¿Quién decide que a una celebridad se la llame, por ejemplo, «El Yoyas», en vez de «Carlos» o «El Pelusa» en vez de «Diego Armando», por poner dos ejemplos? ¿Quién tiene la llave del éxito y de que un nombre haga fortuna? Quien tenga la respuesta, que la patente. Las agencias de publicidad llevan siglos intentando desentrañar esa clave. El caso es que hoy, en pleno siglo XXI, cada navidad Aliatar sigue ejerciendo su papel con ese nombre en Asturias (y Ribadeo). Y que sea por muchos años.

¿Y en Granada? Pues baste decir que ‘Aliatar’ no es cartero real, ni tampoco ya un cine: el local sigue en pie y hoy es una de las más exitosas discotecas de la capital andaluza. Sic transit gloria mundi. Así es la Historia y sus pequeñas historias. Sea como sea, nuestro deseo es que hoy y siempre los reyes magos les hagan muy felices, aquí y en todo el mundo. Y si no… siempre nos quedará la opción de salir por ahí… A BAILAR!!!

El antiguo cine Aliatar en Granada, hoy discoteca donde empezó «todo» (Foto: Facebook Sala Aliatar)

Rafael Alvarez-Balbuena
revistacantabrica@gmail.com