
01 Dic Aquí y Allí (III)
1911, 16 de diciembre: Nace en Oviedo Dolores Medio. Escritora, profesora y periodista, pertenece a la llamada Generación del 36, encuadrándose su narrativa en el Realismo social. Su novela más célebre, Nosotros, los Rivero constituye un retrato vivaz de la burguesía ovetense de la primera mitad del siglo XX, en la que se mezclan los conflictos familiares con los cambios sociales de su tiempo. Ambientada entre la fase media de la Dictadura de Primo de Rivera y la Revolución de 1934, su protagonista vive un marcado cambio ideológico de su adolescencia acomodada a su juventud afín a la revolución. Publicada en 1952, esta novela anticipa, por la vía literaria, el conflicto generacional de cualquier familia de clase media que de los años 70 en adelante será un elemento omnipresente en la sociedad española, más allá de los libros. Con ella obtuvo el Premio Nadal, presidiendo una producción literaria que incluye más de una veintena de libros, al principio alternados con su actividad docente, luego como autora de éxito. En ellos aborda desde relatos infantiles hasta peculiares rutas de viaje, la mayoría por Asturias y el resto del Norte. El pez sigue flotando, Diario de una maestra, Los que vamos a pie, El urogallo, Farsa de verano o El fabuloso imperio de Juan sin Tierra son algunos de sus títulos más celebrados. También tuvo una destacada trayectoria periodística en el diario ABC, donde firmaba como Amaranta. Falleció en 1996, en el mismo día de su 85 cumpleaños y en la misma ciudad, Oviedo, que tanto se refleja en sus obras.
910, 20 de diciembre: Muere en León Alfonso III El Magno, depuesto por sus hijos. Es el último rey de la corte de Oviedo, al trasladarla él mismo a León en los últimos tiempos de su reinado y convertirla sus descendientes en nueva capital del Reino. Alfonso III era hijo de Ordoño I y bajo su largo mandato, comenzado en 866, consiguió estabilizar las fronteras en la línea estratégica que constituye el Río Duero. Durante su reinado se redactaron las tres crónicas que documentan esta agitada etapa de la Historia de Asturias, desde la rebelión de Pelayo en 718 hasta los albores del siglo X. La Crónica del Alfonso III, supuestamente redactada por el propio monarca (en sus dos versiones Rotense y Sebastianense) y la Crónica Albeldense son, por su carácter casi único y su brevedad informativa, el asidero que historiadores como Claudio Sánchez Albornoz o Juan Ignacio Ruiz de La Peña han exprimido al detalle para recomponer aquella etapa de la Edad Media. No son el único resto que queda de los años de Alfonso III: monumentos como Santa Cristina de Lena, San Salvador de Valdediós o la Cruz de la Victoria son parte del legado artístico conservado de esta última fase del Reino de Asturias.
Aquí: 6 de diciembre de 1866: cae un meteorito en Margolles (Cangas de Onís). Primera ocasión, fechada y documentada científicamente, en que se registra en Asturias este llamativo fenómeno astrofísico, bastante más habitual de lo que se suele creer. Lo que distingue al “Caso Margolles” del resto de bólidos que entran diariamente a la atmósfera fue lo espectacular del impacto, debido al tamaño de la roca, que se calcula rondaba los 30 kilos de peso como mínimo. La aceleración y el roce con el aire originaron su combustión, convirtiéndola en una bomba que surcó el aire de aquella mañana y que, al impactar con el suelo en el lugar conocido como San Antonio, causó una verdadera conmoción comparable a una explosión armamentística. Los testimonios directos recabados hablan de una “explosión como la de una locomotora”, tras observar “una estela blanca en el cielo” en dirección norte-sur. Los estudios revelan que se tratataba de un bólido rocoso de tipo poligénico (compuesto de diversos minerales) y baja densidad metálica. Actualmente se conservan una treintena de fragmentos del meteorito, dispersos por varias universidades de España, Europa y América, cuya masa oscila entre los 11 kilos del mayor y unos pocos gramos de los más pequeños. Se sospecha no obstante que otros fragmentos de tamaño relevante permanecen todavía bajo el agua del Sella, en las proximidades del área de impacto..
Allí: 1 de diciembre de 2001: Argentina decreta el “Corralito”: Imagine que acude a su sucursal bancaria habitual y solo le permite retirar 250 euros semanales. Ni uno más. ¿Cómo haría frente a sus gastos? Eso fue lo que ocurrió el primer día de diciembre de 2001 en Argentina. El país sudamericano comenzó el nuevo milenio en una dinámica de recesión sin precedentes. El pueblo, que suele hacerse el tonto cuando no lo es en absoluto, comenzó en enero de ese mismo año a retirar, en masa, el dinero que tenía depositado en el banco, consecuencia de la desconfianza. Hay veces que ‘les perres’ están mejor debajo del colchón. En este caso, el gobierno de Fernando de la Rúa se vio ‘obligado’ a intervenir la economía y limitar la actividad tanto a las entidades bancarias como a sus clientes, que tampoco podían realizar transacciones al extranjero para evitar la fuga de capital. Como era previsible, la gente salió a la calle a protestar y no precisamente de manera pacífica. Las revueltas se saldaron con casi diez muertos y con la dimisión del presidente, a menos de una semana del día de Navidad. La situación era tan límite que su sucesor, Adolfo Rodríguez, tan solo duró una semana en el cargo. El problema de base del asunto se originó al tratar de corregir la elevada deuda pública con un tipo de cambio que pivotaba sobre el dólar, conocido como convertibilidad. Establecía que una unidad de la moneda estadounidense tenía el mismo valor que 10.000 australes, la moneda local. Las medidas económicas del nuevo jefe del Estado, Eduardo Duhalde, pusieron fin al ‘corralito’, pero dieron inicio al ‘corralón’ en el que se implementaron multitud de medidas fiscales, hasta que en diciembre de 2002 se anunció la liberación de todos los depósitos retenidos. Desde entonces y hasta hoy, la palabra «corralito» es sinónimo de pesadilla fiscal, caos económico y terror financiero, no solo en Argentina sino en cualquier país de habla hispana.