Año nuevo, tradiciones de siempre. El concejo de Beleño celebró ayer su clásica Fiesta del Guirria y el Aguinaldo. Una costumbre popular ancestral, de raíces prerromanas y a medio camino entre la celebración navideña y carnavalada, que estudiosos del folclore como Julio Caro Baroja creen que se extendió por amplias zonas de Europa hasta comienzos de la Edad Moderna.
Consistente en un mozo del pueblo disfrazado de trasgu, o más bien de mostrenco entre diablo y diversos animales de casería, el guirria se dedica a espantar jocosamente a la gente, preferentemente a chicas jóvenes (que en tiempos llamaban “casaderas”), mientras tras de él corren los aguinalderos, pidiendo las propinas típicas entre el público que asiste a esta peculiar “procesión” pagana. El guirria (“guirrios” en plural) pervive en diversos núcleos rurales no solo de Asturias: varios pueblos de Guadalajara celebran durante el invierno y la primavera sus botargas, personajes truhanescos de corte similar al guirria. En Asturias, el de San Juan de Beleño es el más “madrugador”: sale el 1 de enero. En cambio, otros pueblos como Valdesoto, en Siero, o Bimenes , se celebran sus variantes (“Los Sidros y Comedias” ) a mediados de enero.
Este documental de @cronicacircular3133 explica, con los propios vecinos de Ponga como interlocutores, los entresijos de esta tradición que hunde sus raíces en unos tiempos antiquísimos y fascinantes, en los humanos configuraban la naturaleza mediante realidad cruzada con mitos, y donde las explicaciones totémicas definían una existencia de la que, de modo muy distorsionado, aún perviven sus rescoldos en el siglo XXI.