Payasofobia (*): cuando en Gijón se propagó el miedo a algo que no existía

¿Qué ocurre cuando un grupo de personas genera un rumor sobre un peligro ciudadano y lo documenta con argumentos falsos pero tan bien hechos que parecen creíbles? ¿Cómo y de qué forma empieza la historia a correr de boca en boca entre personas y redes sociales? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación –incluyendo los de difusión nacional- al amplificar estas “noticias” sin hacer el debido seguimiento ni contrastar su veracidad? ¿En qué momento la “noticia” cobra otra dimensión y aparecen las amenazas, los miedos, la alarma social y las llamadas policiales a la calma? ¿Y qué pasa finalmente cuando los autores del experimento ponen las cartas boca arriba y dejan en evidencia la credulidad y la estupefacción de una sociedad que se dice “informada” y que presume de “descreída” y “racional”?

Gijón Clown, un ficticio “payaso asesino” que “callejeaba” por las noches del otoño gijonés de 2014 fue, sin lugar a dudas, la más lograda de las historias de este tipo que se hayan hecho jamás en Asturias, trascendiendo con mucho sus fronteras. Y de las más inquietantes, no tanto por el humor negro que exhibía el personaje (grotesco, risible y terrorífico a partes iguales) como por la incapacidad colectiva para tomarse a risa lo que no era más que eso: una broma. Síntoma de la “sociedad del espectáculo” (o quizá de una “sociedad asperger”), lo cierto es que pese a su carácter anecdótico y sus humildes recursos técnicos, esta humorada vino a poner en tela de juicio la madurez de una sociedad –o al menos de una parte sustancial de ella- que debería reflexionar sobre su endeble capacidad de reacción a los bulos, las fake news y los rumores de patio vecinal de todo tipo, asunto y condición. Que en más de una, de dos y de cien ocasiones llega a creérselos a pies juntillas y sin pararse a dudarlo, con las consecuencias que conlleva el actuar empujados por la desinformación… por mucho color y brillo que exhiba.

Hoy se nos llena la boca con el “pensamiento crítico” y el “conocimiento más allá de Wikipedia”, cuando en realidad la ingenuidad y la credulidad colectiva se desbocan a la primera de cambio. Sobremanera si la vemos en televisión, ese mueble donde (casi) cualquier mentira es susceptible de ser endulzada y maquillada como si de una verdad suprema se tratase. De modo que en el futuro (o sease: YA) este “making of” del elefantiásico bulo que fue Gijón Clown, hecho por sus propios autores, debería ser de visionado obligatorio para hacernos reflexionar, personal y colectivamente, si no nos estaremos durmiendo en nuestra autocomplacencia o, directamente, en los laureles de la necedad, la comodidad y el mucho opinar/poco pensar por nosotros mismos.

 

(*) La expresión correcta es “Coulrofobia”: miedo irracional a payasos y bufones. Lo irracional siempre es… raro. O lo parece.

 

https://youtu.be/FtK6QjHd2Gw

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