
23 Oct Indalecio Blanco, cumbre del entusiasmo
El montañero langreano, protagonista de la sección «Otra mirada al deporte» de nuestro último número, relató su experiencia de subida al Mont Blanc y Aconcagua en la presentación de CANTÁBRICA en Ciaño, el pasado viernes 20 de octubre.

La Casa de la Buelga, en Ciaño, fue el escenario elegido para presentación en público de CANTÁBRICA en el concejo de Langreo. Invitados por la Asociación Cultural Cauce del Nalón, la convocatoria devino en una reivindicación de los valores del deporte y la inclusión, protagonizada por el montañero langreano Indalecio Blanco.
Blanco, que ha alcanzado cimas tan emblemáticas como el Mont Blanc, el Toubkal (Atlas marroquí) y rozado la cumbre del Aconcagua, tiene una discapacidad física del 66% y una preparación tan concienzuda como entusiasta, fruto tanto de su empeño personal como del apoyo familiar recibido para lograr practicar un deporte cuya atracción sintió «desde niño». Así lo señaló durante la presentación, relatando los pormenores de una trayectoria iniciada a comienzos de los años 90 y que, por una afortunada casualidad, le supuso abandonar el atletismo -su primera opción deportiva- para desarrollarse en una disciplina que se iba a revelar tan fructífera como apasionante.
Noelia Fernández, profesora de la Universidad de León y presidenta de Cauce, fue la encargada de abrir el acto, glosando al público asistente los fundamentos de CANTÁBRICA antes de dar paso a la entrevista-conversación que mantuvieron Indalecio Blanco y Rafa Balbuena, director de la revista. También presentó a Laura Mateos, que acudió en representación de ONCE Asturias y constató que la inclusividad en materia deportiva es una «una política necesaria para que los valores del deporte, así como su práctica, lleguen a toda la sociedad», ponderando la trayectoria de Blanco como «ejemplo de visibilización de la superación frente a las adversidades». La portavoz se congratuló del éxito de una carrera «bien planteada y desarrollada», advirtiendo que «el triunfo o el fracaso no está en la discapacidad», sino en calibrar correctamente las limitaciones existentes y poner los medios adecuados «que permitan llevarla a cabo con éxito entre todos los agentes involucrados».
Ya en lo tocante a la historia personal y deportiva de Indalecio Blanco -expuesta en la entrevista que firman Juan San Martín y Marta Martín en el número 2 de nuestra revista– el deportista refirió sin dudar que para él «alcanzar la cumbre del Mont Blanc era fracasar o triunfar», sin medias tintas, en tanto que las expectativas de cara al público por sus problemas de movilidad no dejaban margen a otras consideraciones. Pero lo logró, lo que abrió las puertas para nuevos retos y la esponsorización correspondiente, un factor imprescindible para financiar cualquier expedición de este tipo. De hecho, lo anecdótico y lo problemático de las gestiones y su desarrollo sobre el terreno fueron dos factores continuos y omnipresentes durante la ascensión al Aconcagua, una epopeya burocrática y una cumbre épica que él su equipo llegaron a rozar, ya que por la mala meteorología «retrocedimos a 600 metros de la cumbre», decisión que él mismo tomó y que no lamenta, ya que «otro montañero decidió seguir y hubo que rescatarlo, con congelación: tuvieron que hacerle una amputación, y no me quiero ni imaginar lo que nos hubiera pasado a los cuatro miembros de mi equipo de haber decidido seguir ascenso en medio de aquella ventisca en la que veíamos cómo se borraban nuestras huellas tras cada paso», observó.
A nivel local, Indalecio constató que la montaña «tiene riesgos y no admite improvisar; aunque se puede, yo no recomiendo ir solo; y siempre hay que prepararse físicamente y planificar muy bien cada ruta». Y que es un deporte muy peculiar, ya que en él «no compites contra otros deportistas, sino contra la propia montaña, que es a la vez el premio». Preguntado por las dificultades encontradas en su trayectoria, dejó claro que su ilusión por la montaña («no sé si llamarla ilusión o cabezonería») se convirtió en una llamada «que tenía que seguir», a pesar de que desde el primer momento no ha parado de escuchar que era imposible. «Lo imposible es una cosa relativa», afirmó rotundo, «siempre y cuando uno tenga claras cuales son sus capacidades y no las sobrepase», aseveró.
Afable, sin darse importancia pese a atesorar un palmarés que muchos montañeros -discapacitados o no- no alcanzarán nunca, Blanco también quiso poner de manifiesto su desacuerdo de que en esta disciplina «cuenten demasiado la altura de las cumbres y no tanto la cantidad de montañas subidas». Algo que considera va en perjuicio de la difusión de este deporte: «siempre hablamos de las mismas cuatro o cinco grandes montañas, pero en Asturias tenemos muchísimas más que son una maravilla y que no se promocionan fuera de los círculos del montañismo». Cimas que podrían ser mucho más difundidas y recorridas «si se tuviera en cuenta que esto no es solo la altura que alcanzas, sino los kilómetros de extensión que recorres, que son muchos», concluyó. El debate y las preguntas del público asistente sirvieron para cerrar el acto, en una de las más bellas muestras del deporte, entendido como sinónimo de superación y valores, que desde CANTÁBRICA hemos tenido el placer de presenciar, directamente de la voz y el ejemplo directo de su protagonista.